Phoebe Waller-Bridge tuvo uno de sus mejores años en 2016 con el estreno de las dos primeras series de televisión que firmaba como guionista y creadora. ‘Fleabag‘ y ‘Crashing‘ son dos producciones hermanas que se estrenaron una detrás de la otra y que se entienden mucho mejor juntas. Mientras que la primera catapultaba a su protagonista al estrellato internacional, bañándola en Emmys, Baftas, Globos de Oro y prestigio, la segunda es una propuesta más cómica pero con un mismo corazón tierno que investiga la condición humana desde la perspectiva del ciudadano londinense contemporáneo medio.
‘Crashing’ es, lamentablemente, desconocida para gran parte del público
Tuvo una sola temporada: tras su estreno, Waller-Bridge se centró en la continuación de ‘Fleabag’ y en la creación se puso al mando de ‘Killing Eve’. La propia naturaleza de la narrativa, además, no favorece que haya más temporadas, lo que la hacen, con seis únicos capítulos, una breve perlita perfecta para verse del tirón en un fin de semana.
La trama de ‘Crashing’ sigue a un grupo de veinteañeros que viven en un hospital abandonado en Londres como ‘guardianes de la propiedad’, una especie de ‘okupación’ que les permite alquilar edificios vacíos a bajo costo en el centro de Londres. La serie sigue a Lulu (interpretada por la propia Waller-Bridge), un espíritu libre que toca el ukelele y llega al hospital para sorprender a su amigo de la infancia Anthony. Anthony, un chef que trata de medrar en el difícil mundo de la alta cocina, está prometido a Kate, opuesta radicalmente en personalidad a la primera; Kate es amable pero rígida y torpe a pesar de sus esfuerzos.
A primera vista, ‘Crashing‘ no parece ofrecer nada particularmente nuevo o emocionante. Es una comedia coral que narra las vidas amorosas y sexuales de un grupo de jóvenes millennials en la gran ciudad. La serie ofrece una representación realista del deprimente mercado inmobiliario de Londres, no falta de crítica, a la vez que ahonda en la comedia absurda y de situación. Cuando se estrenó, ‘Crashing’ fue descrita como una ‘Friends británica de esta generación’. Sin duda alguna, el verdadero atractivo del show reside en la aguda y oscura escritura de Waller-Bridge.
Al igual que ‘Fleabag’, ‘Crashing’ está llena de personajes imbuidos de drama moderno que, sin embargo, no hacen más que proyectar situaciones satíricas y cómicas. Colin, un divorciado depresivo de mediana edad, es acogido en la casa por Melody, una joven artista francesa que ‘pinta su dolor’ casi obsesivamente. Sam lucha por procesar la muerte de su padre a través de una conducta tóxica y mujeriega que no esconde más que una verdad que se niega a reconocer. Cuando se hace íntimo amigo de Fred, desarrollan una relación entre lo extraño y lo especial que desemboca en más de una realización personal.
Este cóctel de sexo, dolor y evasión es el mismo que encontramos expresado en ‘Fleabag’ a través de su personaje titular. Hay muchísimas similitudes entre ambas series: Kate nos recuerda inevitablemente a Claire, la hermana de Fleabag; Lulu, como la protagonista, es una especie de buscavidas vulnerable que trata de encontrarse a sí misma en medio del barullo de la ciudad y de la tragedia cotidiana, muy a menudo lastimando a otros en el proceso. ‘Fleabag’ es indudablemente más compleja, pero ‘Crashing’ tiene un encanto familiar y desaliñado tan reconfortante como entretenido.
‘Crashing’ es como reencontrarse con un divertidísimo viejo amigo. Aunque este 2024 cumple ocho años, se mantiene igual de fresca que el primer día, habiendo aguantado el paso del tiempo como el buen vino. Jonathan Bailey (Anthony en ‘Los Bridgerton’), Julie Dray, Louise Ford, Damien Molony, Adrian Scarborough y Amit Shah completan un elenco lleno de personalidades extravagantes y patéticas que se complementan entre sí a la perfección. Internacionalmente, ‘Crashing’ se presentó como una serie original de Netflix, y desde 2017 se puede encontrar disponible, íntegra, en la plataforma.