‘La sociedad de la nieve’ es la última en una creciente lista de películas del director español J.A. Bayona (‘El orfanato’, ‘Lo imposible’, ‘Un monstruo viene a verme’) que ha cruzado fronteras, convirtiéndose en un gran éxito, no solo nacionalmente, sino también en el mundo angloparlante. Sin duda, el cine de Bayona está dotado de una grandilocuencia que lo acerca a la sensibilidad de Hollywood. Con las nominaciones a los Oscar a la vuelta de la esquina, la película de Bayona parece tener un puesto asegurado entre las elegidas para el premio a mejor película internacional.
En este nuevo proyecto, Bayona nos trae la adaptación del libro homónimo del autor Pablo Vierci, a su vez una adaptación del documental de Gonzalo Arijón, todo ello basado en los hechos reales del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que se estrelló en 1972 en la cordillera de los Andes mientras transportaba a un equipo de rugby desde Uruguay hasta Chile. A través de la narración de Numa Turcatti (una de las víctimas reales del accidente), Bayona nos sitúa en medio de la tragedia y nos enseña cada paso de la batalla por la supervivencia y los horrores a los que tuvieron que enfrentarse los 40 pasajeros que viajaban a bordo del avión.
‘La sociedad de la nieve’, la película que arrasa en Netflix y apunta hacia los Oscar
Como lo hizo ya en ‘Lo imposible’, Bayona recrea en ‘La sociedad de la nieve’ los hechos de una tragedia real, aunque esta vez de forma distinta. Mientras en su film de 2012 primaba un sentido de aventura épica, en ‘La sociedad de la nieve’ este queda sustituido casi totalmente por un enfoque realista y visceral. La interminable cordillera de los Andes es un perfecto escenario de desolación en el que incluso los vivos están muertos.
A nivel técnico, Bayona demuestra una vez más que es un verdadero amante del cine como artificio. La tragedia de los Andes ha sido contada y recontada, pero quizás nunca con una dirección tan segura de sí misma como la de Bayona, que en sus momentos más brillantes tiene ecos del cine de Steven Spielberg.
La celebridad del llamado “milagro de los Andes”, de alguna manera, juega a favor de la película. La trama no contiene grandes sorpresas. Todos conocemos los hechos de principio a fin, y esto permite a Bayona tomar distancia de estos, tratándolos no como giros de guion, sino como sucesos naturales desencadenados por una fuerza mayor. Todo se desenvuelve de forma lógica, aunque no fría. Cuando llega el temido momento que sabemos desde el principio que acecha en el que los supervivientes recurren a la antropofagia, el dramatismo está en el mínimo requerido. Se mueren de hambre; entonces comen.
La realidad de lo sucedido en los Andes es que, además de una historia de supervivencia, es una de terror. Bayona, que ya ha trabajado en este género (‘El orfanato’), entiende el horror y lo representa. La escena del choque del avión es de las más duras de ‘La sociedad de la nieve’. No nos permite observarla desde fuera, en abstracto, sabiendo que hay gente muriendo en ese avión. La cámara se mantiene firmemente plantada en el interior del avión durante todo el accidente; vemos cada hueso romperse, cada cuerpo aplastarse, y sentimos cada pérdida humana.
La voluntad de mantener el foco sobre cada una de las personas que van perdiendo la vida sigue presente durante el resto de la película (cada vez que alguien muere vemos su nombre en pantalla), pero va perdiendo la efectividad de ese primer momento de horror. La película se queda atascada entre esa pulsión de dar valor y significado a cada muerte, y su propia tendencia anti-individualista.
Es una narración decididamente coral, que opta por observar el movimiento del grupo trabajando en conjunto en lugar del viaje personal de un solo personaje. Ni siquiera Numa, el narrador, se puede entender como un protagonista; es solo una voz que habla por todas. La consecuencia inevitable de esto es que se hace difícil, en medio de todo el caos, la diferenciación de unos y otros personajes. Sus nombres se van añadiendo a la lista de fallecidos, pero no acabamos de saber quiénes son.
Por momentos, el guion peca de ser excesivamente expositivo. Lo mejor que tiene la película es que las imágenes transmiten con claridad la brutalidad de lo que ocurrió. En los rostros de los personajes se entienden la complejidad de sus emociones, los dilemas morales que surgen, el ansia de sobrevivir mezclado con las ganas de poner fin al sufrimiento. Por ello, lo peor de la película es cuando se intenta poner palabras a aquello inefable, sobre-explicando las sensaciones que ya se están generando de forma orgánica en el espectador.
La película esboza conceptos potentes, como la idea de que los pocos supervivientes han sido cambiados fundamentalmente por lo vivido en la montaña. “Se cumplió el milagro”, le repite una y otra vez su madre a uno de los supervivientes, a lo que este responde: “¿Qué milagro mamá?”. Pero la película se acaba antes de que la pesadumbre de lo ocurrido tenga oportunidad de triunfar sobre la euforia del rescate.
El célebre crítico de cine Roger Ebert escribió sobre ‘¡Viven!’, la cinta americana de 1993 que cuenta también la tragedia de los Andes, que ninguna película puede abarcar la absoluta enormidad de la experiencia. Aunque ‘La sociedad de la nieve’ se acerca mucho más, y acierta en muchos de sus aspectos, se queda con uno la sensación de que todavía hay algo que se escapa, y que quizás es imposible de capturar a pesar de los mejores esfuerzos del director.
Sin duda, hay algo en esta historia que fascina; hay una extraña obsesión por recrearla una y otra vez, como buscando perfeccionar algo «imperfeccionable». Posiblemente el problema esté en el propio impulso de querer darle sentido a algo que simplemente no lo tiene. Lo que queda claro después de ver ‘La sociedad de la nieve’ es que hay historias que no pueden ser contadas, y, tras tantos intentos de hacerlo, quizás sea el momento de dejar a esta descansar. Podéis ver ‘La sociedad de la nieve’ en Netflix.