La película de 1999 de Anthony Minghella no es la primera adaptación de la novela de thriller de Patricia Highsmith, ‘El talento de Mr. Ripley’, pero sí que es universalmente reconocida como “la definitiva”. A pesar de ello, Netflix acaba de aventurarse a ofrecer una mirada nueva sobre las palabras de Highsmith. La miniserie de ocho episodios ‘Ripley’ se estrenó en la plataforma el pasado jueves 5 de abril.
La tarea de dar vida, una vez más, a la novela corre esta vez a cargo de Steven Zaillian —guionista de ‘La lista de Schindler’—, que optó por el formato serial en lugar de una película para poder explorar más a fondo las sutilezas de la obra de Highsmith.
La premisa de la serie es la misma que la del libro y la película, pero recapitulemos para quien no esté familiarizado con ella. Tom Ripley es contratado por un hombre rico para viajar a Italia y convencer a su hijo, Dickie Greenleaf, de que vuelva a casa. Es así como Tom, haciéndose pasar por un antiguo conocido, se infiltra en la vida de lujo de Dickie, dando comienzo a una red de mentiras y crímenes cada vez más graves.
Las diferencias con la película son abundantes, y observables desde el primer momento de la serie. La paleta de colores pastel, los agradables paisajes y la cálida luz solar que bañaba a unos jovencísimos Jude Law, Matt Damon y Gwyneth Paltrow en el film de Minghella, quedan sustituidos aquí por un impactante blanco y negro.
Esta decisión estética es sin duda un acierto. Su enorme diferencia con la estética de la película le permite establecerse desde el inicio como un proyecto aparte, con personalidad propia. El trabajo casi expresionista de la luz y la sombra es exquisito en cada escena, hace que no echemos de menos el color ni una vez durante toda la serie y nos sitúa firmemente en el terreno del noir en el que opera.
Muchos se sorprendieron con el anuncio de casting del irlandés Andrew Scott (‘Fleabag’, ‘Desconocidos’, ‘Sherlock’) para el papel de Tom Ripley. A diferencia de la versión de Minghella, la serie presenta a unos personajes ya adultos. Acompañando a Scott están Johnny Flynn como Dickie y Dakota Fanning como su novia, Marge Sherwood.
Scott es una apuesta radicalmente distinta para el papel de Tom Ripley. Lejos de la apariencia de niño bueno de Matt Damon, cuya locura se va revelando con cuentagotas a lo largo de la película, Scott trae un bagaje concreto de fábrica, una oscuridad en la mirada que nos indica desde el primer momento que nos encontramos ante un personaje complejo y atormentado.
¡OJO! A partir de aquí puedes encontrar spoilers de la serie ‘Ripley’
La película se toma su tiempo para adentrarse en terreno escabroso; en la primera parte, aunque se pueden vislumbrar las semillas del mal, los tres protagonistas disfrutan de un fugaz idilio italiano. En ‘Ripley’, esta parte introductoria ocupa poco espacio de la narrativa completa. Como consecuencia, la relación entre Dickie y Tom está algo subdesarrollada. Al estar claro desde el principio la mala intención de Tom, se pierde un poco el matiz de esta extraña amistad, entre el odio, la atracción y la obsesión.
Dickie acepta a Tom en su vida y pasa tiempo con él, pero la química —el homoeroticismo— que veíamos en la película, no está presente. No ayuda en este sentido la interpretación de Flynn, que nos da a un Dickie carente del carisma que debería caracterizarle y que tan bien representaba Jude Law.
La Marge de Dakota Fanning también es completamente distinta a la de Gwyneth Paltrow. Toda su ingenuidad queda sustituida por inteligencia y desconfianza, entorpeciendo todavía más el comienzo de la relación entre los tres personajes. Debido a todo esto, la serie tarda un poco en arrancar. Es más adelante, sin embargo, cuando la verdadera trama de crimen y enredo entra en acción, alrededor del segundo y tercer episodio, que la propuesta de ‘Ripley’ toma forma y coge fuerza.
El Tom Ripley de Andrew Scott no es tan solo un niño de clase baja con delirios de grandeza. Es un hombre calculador y frío, un psicópata. La serie, con su dilatación de la historia en varios capítulos, cambia el significado y el peso de los crímenes de Tom.
Algunos de los momentos más brillantes de la serie son aquellos en los que observamos a Tom planear minuciosamente su próximo engaño, o en los que se nos fuerza a verle encubrir detalladamente cada uno de sus crímenes. Estas escenas son de una brutalidad pesada; en ocasiones pasan veinte minutos del episodio antes de que, inmerso en la acción, te des cuenta de que no se ha pronunciado ni una palabra en todo ese tiempo. Pasar tanto tiempo a solas con Tom nos permite indagar más en su personalidad, y transforma sus crímenes de pasionales a meditados.
Estas largas escenas de Tom están acompañadas por un brillante diseño de sonido. Cada arduo movimiento está complementado por un sonido que recalca su pesadez. Además, el sonido funciona en ocasiones como una ventana a la psique de Tom, dejando oír voces lejanas sin cuerpo o el ruido envolvente del mar en algunos magistrales planos debajo del agua.
Así pues, la serie de Netflix pierde en cuanto al desarrollo inicial de la relación de Tom y Dickie, pero una vez que supera este bache se convierte en un thriller lento pero imparable. ‘Ripley’ toma la decisión narrativa de alejarse de la relación de estos dos personajes para centrarse más en Tom como individuo, y en su incesante persecución de la vida que quiere. Dickie, en este caso, es una idea más que un personaje completo, una materialización de todo lo que Tom desea y no puede tener. A pesar de sus esfuerzos, parece imposible que pueda salirse con la suya, siempre hay alguien detrás de él intentando destapar sus mentiras.
De forma nada incidental, la casa de Dickie en la que Tom le conoce se encuentra en un pequeño pueblo remoto, al final de una interminable escalera. Cuando Tom se muda a Roma, su apartamento de lujo tiene un ascensor que nunca funciona. Tom Ripley siempre tiene que arrastrarse para conseguir lo que quiere, la vida que desea se encuentra siempre al final de una larga escalera, justo fuera de su alcance.
‘Ripley’ quizás no sea una serie para todo tipo de público. Es deliberadamente lenta e incómoda de ver; mucho más que la predecesora de Minghella. Pero es una sorpresa (y un placer) ver por una vez una adaptación, remake o como queramos llamarlo, que tiene una razón de ser. Su propuesta es muy distinta a la de la película y hace que esta nueva inmersión en el mundo de Tom Ripley merezca la pena. Como decíamos, la tenéis disponible en Netflix.