En 1999, el director Roger Kumble llevó a cabo la que probablemente sea la adaptación más popular de la novela de 1782 del francés Pierrre Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas. Su versión, Crueles intenciones, reimaginaba la historia en el contexto de la alta sociedad neoyorquina, en la que dos hermanastros enemistados pero con una relación cargada de tensión sexual, comienzan un juego de manipulación de los que les rodean para competir entre ellos. Protagonizada por algunos de los actores del momento (Sarah Michelle Gellar, Ryan Philippe, Reese Witherspoon) la cinta se convirtió en un clásico. Ahora, 25 años más tarde, la historia ha encontrado una nueva vida en formato serial en Prime Video.
En esta nueva versión, volvemos a cambiar de localización para situarnos esta vez en la vida de las fraternidades de una prestigiosa universidad en Washington D.C. El duo protagonista de hermanastros son Caroline (Sarah Catherine Hook) y Lucien (Zac Burgess) en una compleja batalla de auto-preservación y poder en su corte moderna.
Caroline está cerca de convertirse en la próxima presidenta de la fraternidad Delta Phi, pero un incidente en las novatadas del año anterior ha puesto el sistema de fraternidades en peligro y ella está decidida a salvarlo. Su plan se basa en reclutar a la nueva estudiante Annie Grover, hija del Vicepresidente de los Estados Unidos, para hacerle un lavado de cara a Delta Phi. Para ello utiliza a su hermanastro Lucien, que tiene la difícil tarea de seducir a Annie y conseguir que se una a la fraternidad. Lo que apuestan es lo mismo que en la película: si Caroline, le promete mantener relaciones sexuales con él. Si, por el contrario, pierde Lucien, él le regalará su coche.
Crueles intenciones: Un remake que sabe a poco
La serie, desarrollada por las co-showrunners Phoebe Fisher y Sara Goodman (responsables también del remake de Sé lo que hicisteis el verano pasado para Prime Video, que fue cancelado tras una temporada), reutiliza una premisa que ya se había actualizado en la versión de Kumble y hace con ella poco más que estirarla a lo largo de 8 episodios.
El único cambio sustancial que introduce la serie es el cambio de Nueva York a Washington y del instituto a la universidad, y los nombres de los protagonistas (antes Kathryn, Sebastian y Annette). Más allá de aportar a las audiencias una marca reconocible, Crueles intenciones no ofrece nada que no esté patente en la película de 1999 o en otras series similares, como cualquiera de las dos versiones de Gossip Girl.
Crueles intenciones no ha tardado ni un día en ascender al Top 10 de series más vistas en Prime Video, ranking en el que actualmente ocupa el puesto número 3. Su formato es perfecto para la era del streaming en la que nos encontramos, ya que sus ocho episodios se estrenaron al mismo tiempo, disponibles al instante para hacer «binge watching» y consumir la serie en su totalidad en tan solo uno o dos días. Pero ni este formato de inmediatez ni su trama van a ayudar a que Crueles intenciones perdure en el tiempo o en la memoria de las audiencias, que seguirán teniendo la versión de 1999 como un punto de referencia mucho más sólido.
Mientras que hacer un remake no tiene nada malo en sí mismo, es mejor asegurarse de que una nueva versión de algo que ya existe tiene ideas nuevas que introducir. Lejos de tener un giro fresco e innovador, la serie de Crueles intenciones acaba diluyendo el mensaje original. La película representa a la perfección la frivolidad de la alta sociedad, que juegan con los demás simplemente porque pueden por puro aburrimiento. En la serie, el plan de Caroline nace de la necesidad, y la trama no introduce ningún otro aspecto que la haga relevante en los tiempos que corren.
Además de una historia reciclada, Crueles intenciones está plagada por un elenco de actores que no están a la altura de sus predecesores, con interpretaciones planas y sobre todo, sin química. En la versión de 1999, que no es bajo ningún concepto una película perfecta, uno está más dispuesto a obviar los problemas más grandes en la estructura simplemente porque lo que está viendo es entretenido. Si a esto le sustraemos la tensión burbujeante entre Michelle-Gellar, Philippe y Witherspoon, la cinta se queda en poca cosa. Catherine Hook, Burgess no son creíbles, ni como expertos manipuladores ni como enemigos que se desean.
Aunque todavía no hay noticias oficiales al respecto, es posible que la idea de Prime Video sea seguir estirando el chicle en una segunda temporada de la serie, ya que el final deja algunos cabos sueltos.
Por el momento, los ocho episodios de la primera temporada de Crueles intenciones ya están disponibles en la plataforma de streaming de Prime Video.