Daniel Brühl es uno de los actores más prolíficos de su generación. Con participación en más de 61 películas y 16 series, es considerado el «monarca indiscutido de la élite interpretativa europea»; y, sin embargo, cuando decimos su nombre o mostramos su cara, la gran parte del público sólo lo reconoce por su rol como el barón sokoviano Helmut Zemo en el MCU. Repasemos la trayectoria de este talentosísimo monstruo de la interpretación, sobre-apodado «el chico dorado del cine alemán«.
Daniel César Martín Brühl González nació en Barcelona en 1978, hijo de una profesora española y un director de teatro alemán. La familia pronto se mudó a Colonia, donde crecieron él y sus dos hermanos. Todos los veranos volvían a la Cataluña natal de Daniel; esto hace de él un hablante nativo no sólo de alemán si no también de castellano y catalán. Inglés, francés y portugués son los otros idiomas que habla con fluidez, algo que ha favorecido su aparición en tantas películas de diversos países de producción europea.
Sus primeros movimientos en la industria fueron, sin embargo, en el país que le vio crecer. La primera película en la que participó se llama ‘Paradise Mall’; su primer rol titular, tan sólo cuatro años de haber empezado, en ‘Good Bye, Lenin!’ le puso en el mapa como gran promesa en la industria germana. La película pronto se convirtió en todo un fenómeno y Brühl consiguió su primer premio, el Mejor Actor de la Academia de Cine Alemana. Participó en ‘Los edukadores’, película que logró llevarse la Palma de Oro de Cannes, y empezó a expresar públicamente su deseo por trabajar con realizadores españoles (Julio Médem y Fernando León de Aranoa, entre otros).
‘La última primavera’ fue una de las primeras producciones en inglés en las que participaba, en la que compartió elenco con Judi Dench y Maggie Smith. Mientras, Brühl siguió abriéndose puertas, esta vez haciendo de actor de doblaje al alemán con personajes como Rayo McQueen en ‘Cars’ o Kenai en ‘Hermano oso’. ‘Salvador‘ fue su primera película española; en ella, dramatiza los últimos años de Salvador Puig Antich, el último hombre ajusticiado por medio de garrote vil en España. Finalmente, Brühl debutó en la industria estadounidense en 2007 con el papel de Martin Kreutz en ‘El ultimátum de Bourne‘.
El ascenso y consolidación de Brühl en el cine internacional
‘Malditos bastardos‘, comedia bélica de humor negro firmada por Quentin Tarantino, contó con Brühl para el papel de un soldado nazi, en lo que normalmente se considera su ‘breakthrough‘ (o descubrimiento) en Hollywood. El hispanolemán no dejó que esto le hiciera olvidar de donde viene, y pasó los años siguientes protagonizando películas de habla hispana (‘Eva’, ‘Intruders’, ‘The Pelayos’ o ‘7 días en La Habana’, entre otras). Con títulos como ‘Rush’, ‘El hombre más buscado’ o ‘Burnt‘, Brühl se asentó en el cine anglosajón; y su papel como villano en ‘Capitán América: Civil War’ fue máximo exponente de ello.
Desde entonces, este polifacético actor parece estar tomándose su carrera con algo más de tranquilidad. Últimamente participa en una sola película al año (en contraposición a las cuatro y cinco que llegó a hacer durante los 2000), y ha empezado a aventurarse en el mundo de la producción ejecutiva; ‘My Zoe‘, ‘Next Door’ y ‘Sin novedad en el frente’ son prueba de ello.
Recientemente ha anunciado ‘Break‘, su primera película como director que tendrá temática tenística, en una estela que sólo podemos rastrear a partir de la ‘Rivales’ de Guadagnino. Hace menos de un mes, Brühl estuvo en el auditorio de la Academia de Cine presentando ‘Becoming Karl Largerfeld‘, una miniserie francesa de seis episodios que dramatiza el ascenso de Lagerfeld en el mundo de la moda. Aunque Brühl ha más que demostrado que es un actor merecedor de la gran pantalla, ésta oportunidad (así como su retorno al MCU en ‘Falcon y el Soldado de Invierno’) deja claro que no hay nada que se resista a su habilidad interpretativa.
Esta extensísima carrera ha desembocado en nominaciones a los Globos de Oro y a los BAFTA, victorias en los Premios del Sindicato de Actores y más de una asistencia a los Goya, los Gaudí y los Butaca. El Óscar parece resistírsele a este talento actoral que empieza a explorar nuevas disciplinas cinematográficas con lo que, confiamos, sea la misma excelencia que ha demostrado durante más de 25 años en la interpretación.