Ir a ver ‘Dune: Parte Dos’ en salas de cine es, para los cinéfilos más jóvenes, lo más parecido que podrán experimentar a lo que sintió el público que acudió a ver Star Wars en 1977. En cada generación surge una saga cinematográfica de ciencia ficción o fantasía que la marca por completo —después de ‘La guerra de las galaxias’ vino ‘El señor de los anillos’—, y estamos presenciando en tiempo real la consagración de ‘Dune’ como la siguiente.
Esta segunda entrega de la saga de Denis Villeneuve —la última confirmada por el momento— es fiel a su título. Se trata de una segunda parte y no de una secuela; la narración continúa en el punto exacto en el que se quedó al final de la primera parte. Los fans más fieles saben ya que la primera película abarcaba tan solo la mitad de la novela de Frank Herbert en la que se basa.
Aunque existe una tendencia marcada a dividir las adaptaciones cinematográficas en partes con el único objetivo de sacar más beneficios, la decisión de Villeneuve de hacer dos partes es, sin duda, acertada. La novela de Herbert es enrevesada, y Villeneuve habría tenido que elegir entre rodar una película de unas seis horas, o cortar elementos importantes de la historia.
La primera parte es un ejercicio de contención pocas veces visto en la ciencia ficción. Con sutileza, da vida al complejo mundo de entresijos políticos y religiosos de Herbert y se toma su tiempo para colocar cada pieza en su lugar. El final de la primera parte es el pistoletazo de salida de la segunda, marca el momento en el que todo se pone en acción. Para esta segunda parte, estamos ya perfectamente contextualizados; conocemos a los personajes y sus motivaciones, entendemos cada decisión que se ha tomado, y nos hacemos una idea de los peligros que hay en el camino.
¡OJO! A partir de aquí tendrás spoilers de ‘Dune: Parte Dos’
‘Dune: Parte Dos’ es todo lo que promete ser. Es todo lo que ya estaba latente en la primera película, pero en una escala todavía mayor. Las casi tres horas de duración se pasan volando mientras seguimos la trama, que está repleta de acción pero también deja momentos para respirar y reflexionar. Es fácil, a día de hoy, dar por hecho el poder de la tecnología, pero no se equivoquen; lo que consigue ‘Dune: Parte Dos’ visualmente es un hito del cine.
Los interminables paisajes arenosos, las colosales naves, los palacios. Cada elemento de la película toma forma delante de nuestros ojos con una sutileza que hace que parezca que ese mundo existe de verdad. Los efectos especiales en conjunto con la cinematografía de Greig Fraser y la dirección certera de Villeneuve son nuestra ventana al universo de Dune.
Pero la película no es, en ningún caso, puro efectismo. La imagen es espectacular, sí, pero, por mucho que el cuerpo te lo pida, no puedes dejarte llevar completamente por los sentidos. ‘Dune: Parte Dos’, al igual que la primera parte, requiere concentración. Su universo es extenso, un enorme tablero de ajedrez en el que cada personaje tiene un rol fundamental. Por encima de las batallas cuerpo a cuerpo está la trama política de un enorme imperio y sus grandes casas en una lucha constante por el poder. Y todavía más arriba, está la cuestión de la fe, que atraviesa toda la historia, colándose a través de casa ranura.
A pesar del enorme elenco, cada actor tiene oportunidad de brillar con sus personajes multidimensionales. Algunos veteranos como Christopher Walken o Stellan Skarsgard dan cuerpo a la historia. Rebecca Ferguson está espeluznante como líder de la secta religiosa de las Bene Gesserit, y Javier Bardem aporta un inesperado pero agradecido aspecto cómico a la cinta. Pero donde realmente brilla ‘Dune: Parte Dos’ es en su cast de jóvenes estrellas.
Al frente del reparto de estrellas que protagonizan la película está, por supuesto, Timothée Chalamet como el mesiánico Paul Atreides. Mientras que unos le llaman el DiCaprio de nuestra generación, hay quien duda de su rango como actor. Chalamet ya ha demostrado su sensibilidad en varias películas independientes como ‘Lady Bird’, ‘Call Me By Your Name’ o ‘Beautiful Boy’. El papel de Paul Atreides es su oportunidad para hacerse grande, para demostrar su talla como actor, y no decepciona. Chalamet se mueve rápida y sutilmente entre la humildad y la soberbia, y crea uno de los anti-héroes más complejos e interesantes de los últimos tiempos.
Zendaya es convicción pura, sus días como chica Disney son poco más que un recuerdo lejano. Austin Butler, todavía en la cresta de la ola tras su papel como el Rey del rock en ‘Elvis’, demuestra que es versátil y hace una interpretación escalofriante como el villano de la película. Feyd Rautha. Florence Pugh, por su parte, tiene pocas escenas, pero consigue desviar la atención hacia sí misma cada vez que aparece en pantalla.
La banda sonora de Hans Zimmer acompaña los momentos más espectaculares de la película, guiando los sentimientos del público con cada crescendo, pero también es sutil y sentimental cuando la narración lo requiere. Su trabajo está acompañado expertamente por el diseño de sonido. El universo de Dune termina de tomar forma en el plano sonoro; con cada pie deslizándose por la arena, cada nave explotando y cada golpe rítmico de los artilugios para llamar a los gusanos de arena. La película pasa frecuentemente del ruido ensordecedor al silencio absoluto y te mantiene en todo momento al borde del asiento.
El futuro de la saga Dune sigue en duda. La saga literaria de Herbert tiene seis libros, pero no hay todavía confirmación por parte de Villeneuve de que vaya a llevar a cabo la adaptación cinematográfica del siguiente volumen— ‘El mesías de Dune’. Lo que está claro es que, tan solo con estas dos entregas, ‘Dune’ ya tiene un lugar en el panteón de las sagas de ciencia ficción.
Aunque probablemente haya que esperar años, solo podemos asumir que, si una nueva película de ‘Dune’ llega a nuestras pantallas, será de una escala todavía mayor a la de esta segunda parte. Por el momento, solo nos queda ver las dos joyas que son ‘Dune’ y ‘Dune: Parte Dos’ hasta la saciedad. La primera parte está disponible en la plataforma Max.