Tras el rocoso final de ‘Juego de tronos’ (probablemente la serie más popular de este siglo), el estreno en Netflix de ‘El problema de los 3 cuerpos’ marca el retorno a la pequeña pantalla de sus creadores, David Benioff y D.B. Weiss. Esta nueva serie, en cuya producción se han invertido 160 millones de dólares y 5 años, es una adaptación de la primera de la trilogía de novelas de ciencia ficción del autor chino Liu Cixin, ‘El recuerdo del pasado de la Tierra’.
¡OJO! A partir de aquí podréis encontrar spoilers de ‘El problema de los 3 cuerpos’
La primera escena nos sitúa en 1966, en la China de la Revolución Cultural, donde la hija de un astrofísico observa cómo los revolucionarios apalean públicamente a su padre hasta matarlo. En el presente, un grupo de jóvenes físicos que estudiaron juntos en Oxford hablan entre ellos de experimentos recientes que parecen dar resultados totalmente imposibles. Su antigua profesora, Vera Ye, se suicida de forma inesperada.
La serie comienza envuelta en un aura de misterio, y en una vena decididamente policial. El suicidio de la profesora Ye, según descubrimos, no es un caso aislado. El investigador privado Clarence Shi (Benedict Wong), que trabaja para una misteriosa agencia de inteligencia cuya identidad desconocemos, investiga una serie de suicidios recientes: físicos de distintos lugares del mundo se están quitando la vida.
Lo que empieza como una investigación policial, pronto se convierte en una historia mucho más ambiciosa, que abarca distintas líneas temporales, países, y problemas imposibles de la física. Quienes conocen las novelas originales saben que, a resumidas cuentas, cuentan la lucha de la humanidad por protegerse de la invasión inminente de una raza alienígena que huye de su propio planeta moribundo.
Entre ‘Juego de tronos’ y ‘El problema de los 3 cuerpos’ está claro que Benioff y Weiss tienen una tendencia marcada a asumir riesgos y a adaptar novelas de género “inadaptables”. Tras el éxito de ‘Juego de tronos’ (dejando de lado su decepcionante final), solo queda una pregunta: ¿se habrá metido el dúo creativo en un berenjenal tan imposible de resolver como el problema de la física que da nombre a la serie?
A lo largo de los ocho episodios de esta primera temporada, el grupo de físicos y amigos formado por Saul (Jovan Adepo), Auggie (Eiza González), Jin (Jess Hong), Will (Alex Sharp) y Jack (John Bradley) se ve envuelto en situaciones insólitas. Auggie empieza a ver constantemente una cuenta atrás. Una misteriosa mujer le revela que solo se detendrá si frena su trabajo de investigación de nanofibras. Jin y Jack descubren un videojuego de procedencia desconocida, cuya tecnología de realidad virtual está a años luz del estado actual de la ciencia humana. En el videojuego, su objetivo es encontrar la forma de salvar a una civilización de distintas catástrofes climatológicas.
Otros personajes, supuestamente igual de importantes, no acaban de encajar en las grandes tramas. Will, por su parte, está enfermo de cáncer, y Saul tiene una compleja relación amorosa con Auggie. Su relevancia está más bien determinada por otros personajes más prominentes.
Tras la investigación policial del principio, es la trama del videojuego la que toma más importancia, pero, finalmente, todos los arcos convergen en uno solo: la amenaza de la invasión alienígena. El videojuego es, en realidad, la historia real de una raza extraterrestre y su planeta caótico en el que es imposible sobrevivir. Esa raza alienígena está de camino a la Tierra con el objetivo de invadirla y hacer de ella su nuevo hogar. Un grupo de humanos fieles a los alienígenas —entre ellos la misteriosa mujer que advirtió a Auggie sobre su cuenta atrás— están en contacto con ellos y, desde la Tierra, ayudan a preparar su llegada.
Y todo se remonta a esa primera escena en la China de la Revolución: la hija que observa la muerte de su padre, también una brillante astrofísica, es transferida a una base del ejército chino cuyo propósito es establecer contacto con otras especies. Gracias a ella, los alienígenas, bautizados como San-Ti (Tres-cuerpos), descubren la existencia de la tierra y deciden invadirla. Absolutamente todo parece estar conectado. Sin embargo, en ‘El problema de los 3 cuerpos’ reina una sensación de inconexión.
En distintos puntos de la serie —probablemente un mínimo de una vez por capítulo— algún personaje saca una pizarra blanca y explica con un par de círculos y líneas teorías y problemas complejos de la física. Estas escenas expositivas tienen el fin de que el espectador pueda entender lo que sucede. Pero a pesar de una breve explicación del problema de los tres cuerpos o del problema de Fermi, nos queda la duda de cuál es el sentido de todo lo que nos están contando.
Los ocho capítulos son indudablemente entretenidos de ver. Al más puro estilo Netflix, puedes hacer un “binge-watch” de la serie en tan solo un par de días durante los cuales disfrutarás con la serie. Pero, por mucho que la serie lo intenta, es poco probable que vaya a generar en ti una gran reflexión, que te vayas a quedar pensando en ella durante días después de acabarla.
Entre toda la parafernalia física, tecnológica y alienígena, ‘El problema de los 3 cuerpos’ se olvida de tener un corazón latiente. Una frialdad impregna toda la serie, impidiendo que tenga el impacto emocional deseado. En una analogía apenas encubierta del cambio climático, los humanos discuten sobre la urgencia de hacer algo para luchar contra la invasión de los alienígenas, que saben que tardarán 400 años en llegar. La serie intenta ser una advertencia contra la apatía ante esta amenaza inminente, pero, irónicamente, su frialdad acaba provocando más apatía en el espectador, que se pregunta por qué le debería interesar lo que está viendo.
Siendo esta serie tan solo la segunda en la carrera de Benioff y Weiss, las comparaciones con el titán de ‘Juego de tronos’ son inevitables. Y es que, a pesar del declive de la serie épica de fantasía en su octava temporada, ‘El problema de los 3 cuerpos’ no consigue alcanzar la grandeza de su predecesora. Cuando ‘Juego de tronos’ gastaba 15 millones de dólares por episodio, se hacía notar en todos los aspectos de la serie cada centavo. Sin importar si la estabas viendo en una televisión, un ordenador, o incluso un móvil, su escala era monumental.
Pero incluso antes de alcanzar esos presupuestos desorbitados, ‘Juego de tronos’ tenía una robusta columna vertebral sobre la que sostenerse. Sus diversas tramas, por dispares que pareciesen, siempre avanzaban lenta pero decididamente hacia un objetivo común. Cada personaje del elenco coral era una pieza imprescindible en el gran tablero de ajedrez, y la serie entera estaba construida a través de brillantes diálogos que dejaban vislumbrar las intenciones de cada uno sin hacerlas explícitas. En cada conversación se iba cociendo algo enorme que desembocaría muchas temporadas después.
En el caso de la nueva serie de Benioff y Weiss, empezar con un presupuesto tan elevado no ha sido suficiente para compensar las carencias en el guion. Los paisajes espaciales y de realidad virtual se sienten vacíos, no transmiten grandeza o trascendencia. Los personajes se comunican con diálogos precocinados que ya hemos escuchado miles de veces en miles de series, y la serie entera da la sensación de ser un conjunto de clichés de la ciencia ficción y del policial más que una historia fresca que aporte una mirada nueva.
Al igual que los paisajes en los que se mueven, los personajes son rígidos, carentes de vitalidad. A pesar de los esfuerzos de los actores, ninguno de ellos acaba de tomar forma o de ser creíble. En la mayoría de los casos, la audiencia no es experta en física y no entiende las cuestiones científicas que se plantean, pero resulta del todo creíble que los protagonistas lo sean.
Lo cierto es que no hay nada en ‘El problema de los 3 cuerpos’ que esté del todo mal. Hay escenas de violencia impactante, efectos especiales acordes al presupuesto, y todos los elementos que cabe esperar en una épica de ciencia ficción. Pero quizás lo que falta es precisamente eso: algo sorprendente, que no se espere.
Al acabar esta primera temporada, la sensación es de estar todavía solo al principio de una historia mucho mayor (la trilogía literaria se extiende mucho más allá de lo que cuentan estos ocho capítulos). Sin embargo, sin noticia de una renovación de la serie de Netflix por el momento, no sabemos si Benioff y Weiss podrán continuar su viaje con esta adaptación de ‘El problema de los 3 cuerpos’.