Tras el controvertido sexto episodio de la temporada, ‘La casa del dragón’ vuelve con un capítulo clásico lleno de acción. «La cosecha roja» es un capítulo en el que el bando liderado por la reina Rhaneyra toma el relevo de la acción y se mancha las manos para intentar equilibrar una guerra que hace tan sólo unas semanas parecía perdida. Entremos a comentar lo ocurrido, empezando con un resumen antes de desgranar las consecuencias de sus actos.
Resumen de ‘La casa del dragón’ 2×07: «La cosecha roja» (¡Ojo, spoilers!)
El capítulo arranca donde nos quedamos la semana pasada; Adam de Quilla es el nuevo jinete del dragón Bruma (bestia del «difunto» Laenor Velaryon). En el capítulo pasado se reveló a la audiencia (tras toda una temporada dando indicios de ello) que Adam y su hermano Alyn son hijos bastardos de Lord Corlys, y ello explica que Bruma haya buscado en su nuevo jinete la misma sangre que tuviera el último. Adam expresa su deseo por servir a la reina Rhaenyra, que acude a su encuentro a lomos de Syrax temiendo haber perdido a una de las criaturas de Rocadragón a manos de los Verdes.
Ver cumplidos sus objetivos de la semana pasada (que le costaron la vida de Ser Darklyn, comandante de la Guardia Real) no hace más que activar el motor de la acción en la monarca, que ve por primera vez desde que empezó la temporada una posibilidad para ganar la guerra. Así, con el consejo de Lady Mysaria cada vez más presente, Rhaenyra manda llamar a todos los bastardos de Targaryen que viven en Desembarco del Rey, hijos nacidos de las semillas de dragón y de las infidelidades de los príncipes.
Hugh Martillo y a Ulf el Blanco acuden a Rocadragón en un intento desesperado por ser uno de los futuros jinetes de dragón tratando de montar a Vermithor (‘la Furia de Bronce’) o a Ala de Plata. Los Guardianes de los Dragones se rebelan en contra del mandato de su reina, alegando que las criaturas de la Vieja Valyria son sagradas y que, por tanto, sólo los señores del dragón (es decir, los Targaryen legítimos de noble cuna) deberían poder montarlos.
Jacaerys, su hijo y heredero, también cuestiona la decisión de Rhaenyra, haciendo explícito que este acto le arrebata parte de su ya escasa legitimidad al trono. Rhaenyra, sin embargo, sabe que necesita entre sus filas un contrincante para la descomunal Vhagar, y continúa adelante con su plan sin el favor de ninguno de sus consejeros (con la excepción de Mysaria, que se ha convertido en la opinión más estimada de la reina tras su acercamiento de la semana pasada).
Vermithor, la bestia más grande del Pozo, desata la furia que le ha ganado su sobrenombre, y hace dispersar a los bastardos de Targaryen a la vez que los quema o los arroja al vacío. Hugh Martillo termina siendo el elegido, cuando muestra una valentía ante la bestia que ningún otro de los presentes exhibe. Ulf, el borracho habitante de Lecho de Pulgas, termina a los lomos de Ala de Plata, que vemos en una espectacular escena de persecución cuando el Príncipe Regente Aemond lo persigue a lomos de Vhagar tras sobrevolar Desembarco del Rey, y asustar a sus habitantes.
Con un total de cinco dragones adultos (Syrax, Bruma, Vermithor, Ala de Plata y Vermax; seis si contamos a Caraxes), los Negros ganan por fin a las tres bestias (Vhagar; Tessarion y Sueñafuego, que todavía están por aparecer) de los Verdes.
La presencia del bando enemigo ha sido considerablemente reducida en este capítulo, limitadas a mostrarnos al rey Aegon recuperándose de sus heridas incapacitantes (por petición de Larys Strong, que sabe más que nadie lo que supone ser un lisiado en la corte). Alicent batalla sus propios demonios, habiendo sido testigo en primera mano del odio del pueblo hacia su familia y después de haber sido apartada del Consejo Privado tras entregar su vida al servicio de la corona.
Daemon, en Harrenhal, parece haber abandonado las visiones oníricas que tanta crítica han levantado en redes, enfrentándose por fin a los señores de los Ríos y debiendo tomar más de una decisión complicada que le hace cuestionarse si verdaderamente ansía ser rey. Por su parte, en el Nido, Rhaena persigue su deseo de convertirse en jinete, y va tras la bestia que asola el Valle y se conoce como ‘Sheepstealer’ (literalmente, ‘ladrón de ovejas’).
Análisis del capítulo: Rhaenyra sacrifica su altura moral para ganar la guerra
Si la crítica hasta ahora era que la reina se ha negado a tomar parte en el conflicto, nos alegra decir que por fin se ha activado. El capítulo de esta semana es la primera vez que vemos a este personaje en una luz gris, arriesgando de manera casi cruel la vida de ciudadanos humildes de Desembarco del Rey (sabiendo perfectamente que nada de lo que ha ocurrido abandonará, por el momento, las murallas de Rocadragón), y haciendo uso de su desesperación para el beneficio de su causa. Rhaenyra ha perdido el apoyo de los Guardianes de Dragones, pero ha ganado dos bestias que, ahora sí, la ponen en el mapa como digna rival para los Verdes.
Por otra parte, Daemon parece haber abandonado su estado onírico para hacer de una vez por todas aquello que ha ido a Harrenhal a conseguir: un ejército. Así, el príncipe (que insiste en ser llamado rey, sin el ‘consorte’) está empezando a entender lo que significa ser gobernante en tiempo de guerra, teniendo que ajusticiar a su vasallo más leal (el heredero de Blackwood, Willem) para asegurarse el servicio de las demás casas de la región y lo que parece el inicio de un ejército.
Una trama que nadie parece estar entendiendo es la ruta que toma el personaje de Rhaena; la joven, desgraciada desde sus primeras escenas por ser la única en su familia sin un dragón para montar, no mostraba esa misma obsesión en los libros, llegando a sentirse arropada, acogida y satisfecha durante su tiempo de retiro en el Nido de su tía Jeyne Arryn.
La jinete de ‘Sheepstealer’ es, según el material original, una joven llamada Nettles («Ortigas» en inglés), una pícara bastarda de Puertoespecia que se gana el favor de la bestia llevándole una oveja para comer todos los días. El guión parece indicar una fusión del personaje con la Rhaena que ya conocemos, para disgusto de Martin, que no ha tardado en quejarse en su blog por considerar la presencia del dragón en el Valle incoherente con las costumbres de las míticas criaturas en sus libros.
En este capítulo, protagonizado sin duda alguna por el bando Negro, el virtuoso y templado Jacaerys recibe por fin el tiempo de pantalla y el motivo necesarios para cobrar interés como un personaje que hace algo más que poner ‘morritos’. La iniciativa de Rhaenyra le ofende personalmente; Jace se sabe hijo ilegítimo de Harwin Strong, y su propia inseguridad en su linaje como hijo bastardo hace crecer en él un rechazo a los que son de naturaleza similar. Así, se muestra como un personaje clasista por necesidad, que debe proteger su frágil estatus como perteneciente a la estirpe bajo la justificación de que ‘sólo los Targaryen montan dragones’.
El odio del heredero hacia los bastardos ‘de pelo plateado’ lo convierte en un protagonista con luces y sombras, que guarda resentimiento hacia su madre por haberle engendrado fuera del matrimonio, hacia todos los que alguna vez lo han insultado llamándolo bastardo (sus tíos Aegon y Aemond, entre otros) y, en última instancia, hacia las propias semillas del dragón por ser de baja cuna y aún así parecer más valyrios que él, hijo de una princesa Targaryen y criado en palacio como heredero al trono.
Las escenas de Alicent demuestran el excelente sentido del ritmo con el que juega el capítulo, que alterna las secuencias en el Pozo con tranquilos paseos por el bosque, en los que Olivia Cooke vuelve a imponerse como la mejor interpretación de la serie. Su reina madre es, por primera vez en años, libre del peso de la corona; no tiene poder alguno en el Consejo Privado ni influencia sobre su hijo, el Príncipe Regente; y ello le hace volver a los vestidos azules de su juventud (color de la Casa Tully, a la que perteneció su madre Jana), además de desposarse de la simbología religiosa en favor de la conexión con la naturaleza de los Antiguos Dioses del Norte.
‘La casa del dragón’ verá el final de su segunda temporada el próximo domingo 4 de agosto (que, recordamos, en España es la madrugada del lunes 5). Aunque ya sabemos que la Danza de Dragones no terminará aquí (se sabe que HBO ha renovado la serie para una tercera entrega), no podemos tener más ganas de saber lo que Ryan Condal y los suyos tienen preparado para nosotros. Si no te has puesto al día, ya puedes hacerlo; los siete primeros capítulos de la segunda temporada de ‘La casa del dragón’ ya están disponibles en Max.