La dupla Condal y Taylor ha vuelto para el capítulo ecuador de la temporada. Este cuarto capítulo reaviva el conflicto entre los bandos y entre los propios miembros de la misma facción, regalándonos con ello la primera gran escena de batalla épica de la serie. Entremos, antes que nada, a resumir todo lo ocurrido:
Resumen de «Una danza de dragones» (¡Ojo, spoilers!)
El capítulo arranca con un Daemon preso de sus propias alucinaciones en Harrenhal. Esto nos da una excusa para ver el regreso de Milly Alcock y Savannah Stein en los respectivos roles de joven Rhaenyra y Laena adulta. Conocemos así formalmente a la curandera Alys Ríos, la joven «maestre» en funciones de la fortaleza maldita. Alys se presenta y le da a Daemon un engrudo de hierbas para calmar sus pesadillas, explicando a la vez (al personaje y a la audiencia) la razón de ser de estas ensoñaciones, que se atribuyen a la naturaleza oscura del lugar.
En Desembarco del Rey, Alicent bebe un té abortivo mientras en el Consejo Privado del Rey, Aemond y Aegon comparten una escena clave en idioma valyrio, que establece oficialmente (por si alguien tenía alguna duda) al hermano menor como líder estratégico, cabeza política y jefe ejecutivo de los Verdes. Un devastado Aegon, harto de ser considerado un peón inútil por aquellos que afirman defenderle y creer en su derecho al trono, habla con su madre, quién sólo le afirma sus peores miedos: todo lo que se pide de él es que se quede quieto y callado. Su rol fundamental como rey es no hacer nada.
En nombre de Aegon (aunque por orden de Aemond), Criston Cole y sus huestes marchan hacia la costa (en lugar de hacia Harrenhal, como habían afirmado hacer) para sembrar el terror, dominar castillos de señores menores y asediar Rocadragón desde tierra. Allí, asesinan a todos los que se declaran fieles a la Reina Negra.
Por su parte, y desde su fortaleza, Rhaenyra vuelve de su reunión con Alicent y decide poner en marcha el mecanismo de la guerra, visto que el otro bando se niega a dialogar. Rhaenys se ofrece para ir, montada sobre Meleys, al frente que libran Cole y los suyos; al mismo lugar y al mismo tiempo que Aegon resuelve tomar partido en la guerra y también se sube a su dragón, Fuego Sol, para apoyar a sus huestes sin que éstas lo sepan. Esta es la primera vez que vemos librarse una batalla de las gigantescas criaturas en lo que llevamos de serie.
En el frente esperan también Aemond a lomos de la descomunal Vhagar; los tres dragones bailan en el aire, trayendo consigo destrucción a los caballeros y la infantería. Vhagar tumba a Fuego Sol por error (¿o no?) cuando trata de deshacerse de Meleys y su jinete; una vez que Aegon está fuera de la ecuación, el plan de Aemons y Criston Cole toma forma y consiguen derribar a Rhaenys, la reina que nunca fue, que se precipita al vacío y muere en la defensa de Pozo de Cuervos.
Crítica; los Verdes recobran profundidad al mando de Ryan Condal la casa del dragón
Después de que en el capítulo anterior viéramos al guión destilando poca parcialidad a favor de los Negros, «Una danza de dragones» retoma los matices grises que nos han hecho enamorarnos de esta serie. Volvemos así a ver un Aegon condenado por la narrativa y obligado a cumplir un rol en el que no puede estar más incómodo; en la escena que protagoniza junto a Alicent no parece más que un niño jugando a ser adulto, y la larguísima túnica que lleva favorece esta imagen (en contraposición con un Aemond perfectamente equilibrado e incluso demasiado feroz para su edad).
Sin duda alguna, el mejor momento del capítulo es el magistral intercambio valyrio que comparten los dos hermanos; queda más que claro que el menor está más preparado en todos los aspectos para reinar y que, además, no tiene reparo alguno en dejar al rey en evidencia. Aegon no habla la lengua de su casa; no hace honor a su linaje ni a su ascendencia y reniega de los libros de historia de su padre, en una acción reveladora que deja claro que nada quiere tener que ver con él ni con el resto de la familia.
Esta misma declaración, que no puede hacer verbalmente pero que no tiene problema en expresar de la manera más sutil, está también presente en su apariencia; allá donde todos los Targaryen llevan largo y trenzado su platina herencia, Aegon se presenta con el pelo corto, sucio y enmarañado, casi maldiciendo su color y perfectamente consciente de que, de ser oscuro, su vida sería suya y no de la corona. Aemond, a la vez, nos recuerda a su orgulloso tío Daemon (el único otro personaje que habla valyrio con soltura en la serie) y, sin embargo, es el único personaje con dos muertes de dragones (y de jinetes, que son familia) a sus espaldas.
En la defensa de su casa, el príncipe está encargándose en persona de la caída en desgracia de sus miembros y sus gigantescas criaturas. Aemond demuestra que no tiene problema ninguno en asesinar a su misma sangre (ganándose así el sobrenombre de «kinslayer«, literalmente, «asesino de la propia familia») cuando, al encuentro de Aegon y Fuego Sol, saca la espada y se prepara para ajusticiar a su rey. Criston Cole cumple así, por primera y única vez en dos temporadas, su rol como Guardia Real, interrumpiendo así con su presencia los planes del príncipe.
Como contraposición, Rhaenyra no deja de presentarse como una reina magnánima y una mujer exageradamente virtuosa; los Negros pierden en este capítulo uno de sus lagartos voladores y a una de sus pilares fundamentales; y, sin embargo, Rhaenys se presenta voluntaria y, por tanto, la culpa no recae en ningún momento sobre los hombros de la joven (cuya única función en este capítulo es hacer partícipe a su hijo de la Canción de Hielo y Fuego).
Volvemos a ver a Alyn de Quilla (no confundir con Alys Ríos) en el embarcadero, aunque esta trama parece bastante claramente no querer desarrollarse todavía. Helaena permanece desaparecida, y Rhaena, asumimos, ha llegado en tiempo y forma al Nido de Arryn. «Una danza de dragones» reactiva la guerra civil, nos regala unas espectaculares escenas de lucha aérea y devuelve su complejidad al bando Verde, aunque nadie parece dispuesto a retratar a Rhaenyra como nada menos que perfecta.
‘La casa del dragón’ verá la emisión de su quinto episodio el próximo lunes 15, en exclusiva en Max. Aquí os dejamos el avance: