Nos adentramos en el mes de Halloween y las plataformas de streaming saben que este es el momento en el que las audiencias quieren ver cosas que les den miedo. Independientemente de si acostumbran a consumir el género del terror, es el mes perfecto para sentarse en el sofá con amigos y mantas y dejar que una película te sorprenda. La respuesta de Netflix a esta demanda llega en forma de Lo que hay dentro, una película que se ha colocado rápidamente entre lo más visto de la plataforma.
¿De qué trata la película Lo que hay dentro?
La película —el debut como director de cine de Greg Jardin— es una mezcla entre ciencia-ficción y terror en la que un grupo de amigos se reúne en una mansión para celebrar la pre-boda de uno de ellos. Todo da un giro siniestro con la llegada de Forbes, otro integrante del grupo que se distanció de ellos años atrás y al que llevan años sin ver.
Forbes les propone un juego: con la ayuda de una máquina, todos se intercambian los cuerpos y tienen que adivinar quién está en el cuerpo de quién. Lo que empieza como un juego loco pero divertido pronto se convierte en una pesadilla que saca a la luz los secretos del pasado y los problemas latentes en las relaciones de cada uno de los miembros del grupo.
¿Qué hace que Lo que hay dentro sea especial?
Lo que hay dentro tiene la premisa y el mismo espíritu de la Generación Z que vimos hace no demasiado tiempo en Bodies Bodies Bodies (también disponible en Netflix), mezclada con un aire de whodunnit rocambolesco al estilo Knives Out, todo ello con un giro de ciencia-ficción que la acerca a otras como Coherence.
El punto de partida es interesante, pero la película no consigue equilibrar su abanico de referencias. El resultado es una cinta divertida, que desde luego dejará satisfecho a cualquiera que busque pasar un buen rato en Halloween, pero que no llega a trascender y que está destinada, al fin y al cabo, a perderse en el algoritmo de Netflix.
Los personajes de Lo que hay dentro: ¿Carisma o carencias?
El problema principal al que se enfrenta Lo que hay dentro es el de los personajes. El grupo está compuesto en total por 8 personas, y no consigue profundizar demasiado en ninguna de ellas o que nos importen lo suficiente para querer que salgan con vida. A pesar de ser una historia coral, todo está contado principalmente desde el punto de vista de la pareja protagonista de Cyrus y Shelby, pero incluso su papel ligeramente más relevante no les hace más interesantes. Solo sabemos de ellos que son una pareja con problemas como cualquier otra que se presenta al principio de una película de terror.
Los demás se quedan en simples caricaturas que la película no se molesta demasiado en diseccionar. Esto, que en otra película quizás habría sido secundario, se convierte en Lo que hay dentro en una falta grave, ya que la película entera consiste en un enredo de personalidades que se intercambian. Siendo tantos los personajes, y tan poco lo que sabemos de cada uno de ellos, es difícil mantener el ritmo de la película en ocasiones, y la acción pierde peso en algunos de los puntos más críticos.
Aspectos técnicos: Dirección y montaje de Lo que hay dentro
El montaje de Lo que hay dentro es excelente, y hace que, incluso cuando el trasfondo no está haciendo su parte, el ritmo no decaiga y no perdamos la atención. Esto, sumado a su iluminación expresiva de luces rojas, verdes y azules, da como resultado una propuesta visual contundente que se agradece entre todos los productos visualmente planos a los que nos tiene acostumbrados Netflix.
Los actores —en especial Alycia Debnam-Carey (‘Fear the Walking Dead’, ‘Los 100’) como Nikki, una influencer narcisista pero con garra— se lo pasan bien y hacen, en general, un buen trabajo cambiando su forma de actuar y jugando con la expresión corporal de cada personaje al que interpretan.
Una conclusión mixta: ¿Vale la pena ver Lo que hay dentro?
Al fin y al cabo, es el potencial de la película el que hace que el producto final sea algo decepcionante. Lo que hay dentro toma el camino fácil del enredo, el culebrón y los giros dramáticos en lugar de explorar más a fondo lo que es una interesante premisa. Por desgracia, no consigue clavar del todo ninguno de los aspectos que recuerdan a otras películas más pulidas. El giro final de la película es desde luego sorprendente, pero sale de la nada y te deja con una sensación de insatisfacción que no te puedes quitar de encima.
La película se niega a ir más allá e indagar sobre lo que es en sí mismo interesante: el hecho de cambiarte de cuerpo con otra persona. En lugar de reflexionar sobre lo que construye una identidad y qué queda de ella cuando habitamos un cuerpo ajeno, se queda en un plano mucho más superficial que probablemente hará que la vea más gente ahora que acaba de estrenarse, pero también hará que, a largo plazo, la mayoría de personas nos olvidemos de ella.