‘Los que se quedan’ es una de esas películas que te hace salir del cine, soltar un suspiro, y pensar “ya no se hacen películas como esta”.
El nuevo film de Alexander Payne tras su desconcertante comedia de ciencia-ficción ‘Downsizing’ (2017), es un giro en una dirección completamente distinta. Payne nos sitúa en un internado de Nueva Inglaterra a principios de los años 70, y cuenta la historia de un profesor cascarrabias de Civilizaciones Antiguas obligado a responsabilizarse de los alumnos que se quedan en el colegio durante las vacaciones de Navidad. Sin tener una trama especialmente innovadora, ‘Los que se quedan’ destaca por su simpleza, y por ser un sutil estudio de sus personajes envuelto en una reconfortante comedia navideña.
¡OJO! A partir de aquí se hablará de la trama de la película
La película ‘Los que se quedan’ lleva un paso más allá la ambientación de los 70; no solo transcurre en esa época, sino que parece, en todos sus aspectos, sacada directamente de esa década. El diseño de producción, los recursos visuales (zooms, fundidos entre escenas), la recreación digital del aspecto fílmico, y la banda sonora, reconstruyen la época a la perfección.
El nivel de atención al detalle hace que no parezca una simple emulación, sino una película que, de alguna manera, ha llegado hasta nosotros desde un tiempo pasado, como preservada en una cápsula del tiempo. Hasta los actores de la película tienen un aspecto setentero natural que da la sensación de que en cualquier momento podríamos ver a un joven Dustin Hoffman aparecer en escena.
En un principio, ‘Los que se quedan’ parece dirigirse hacia un terreno de comedia colegial en la línea de ‘The Breakfast Club’, en la que el profesor Hunham (interpretado por Paul Giamatti) será víctima de las gamberradas del curioso grupo de alumnos que se quedan a su cargo. Hacia el final del primer acto, sin embargo, todos los estudiantes menos el problemático Angus Tully (un sorprendente Dominic Sessa en su primer papel en una película) consiguen un plan alternativo para las vacaciones y se van.
De esta manera, los únicos que permanecen en el colegio durante las navidades son Angus, el profesor Hunham, y Mary, una cocinera afectada por la reciente pérdida de su hijo en la guerra de Vietnam. El trío restante es curioso y cómico; cada uno pertenece a una generación distinta y parece imposible que puedan llegar a cualquier tipo de entendimiento.
Hunham es un viejo gruñón y pomposo que se comunica a través de referencias clásicas y que tiene un odio profundo por todos los niños ricos y consentidos del colegio. Angus, un bala perdida, inteligente pero rebelde, es su enemigo perfecto en esta extraña situación, y sus roces generan un choque entre dos estilos de comedia que, de alguna manera, consiguen complementarse.
‘Los que se quedan’, mucho más que la típica película navideña
La película es consistentemente graciosa de principio a fin. Pero lo que más llama la atención, lo que se va entreviendo en cada diálogo, y lo que permanece clavado como una astilla una vez que la película se ha acabado, es una inefable sensación de melancolía. Entre las riñas de Hunham y Angus está Mary, una madre aprendiendo a vivir sin su hijo, que, además de cargar con su duelo personal, es un símbolo de una nación en crisis (los escombros de los convulsos años 60 se hacen silenciosamente aparentes en cada escena). Entre unos chistes y otros, sentimos el frío invernal de Nueva Inglaterra y la soledad de los tres personajes.
Por su parte, los dos protagonistas luchan sus propias batallas, no solo entre ellos sino consigo mismos y con el mundo que les rodea. Es un doble “coming of age”, en el que dos personajes muy distintos intentan encontrar su sitio en el mundo a sus respectivas edades; un viaje paralelo que consiste en hacer frente la edad que tienen y lo que significa, saldando sus propias cuentas con su pasado, su presente y su futuro.
En su pequeña aventura, cada uno de los tres actores brilla a su manera. Paul Giamatti, ya consagrado como uno de los mejores actores de nuestros tiempos, es una perfecta figura tragicómica; ridículo sin ser absurdo, y odioso pero matizado. El joven Dominic Sessa es una auténtica revelación en su primer papel. La naturalidad con la que se mueve ante la cámara (en algunas escenas es pura inocencia juvenil y en otras parece cargar con el peso del mundo entero a sus espaldas), hace difícil creer que no sea un veterano de la interpretación.
Por su parte, Da’Vine Joy Randolph roba cada escena en la que está, es el corazón dramático de la película aun no siendo la protagonista de la narración, mantiene a los personajes y a la película con los pies firmemente en la tierra.
Además de su clara correlación con los 70, la película tiene un aire reminiscente del cine independiente de los años 90 (recuerda en su tono a clásicos como ‘Good Will Hunting’ o ‘Dead Poets Society’). Hunham es un hombre obsesionado con la historia, que mira hacia el pasado para entender el presente.
Con todos estos ecos del pasado, Payne convierte su película en una extensión de esa tesis.Es una historia sobre un grupo de marginados sociales encontrando terreno común que, si se hubiera estrenado en la época en la que transcurre, quizás se habría perdido en un mar de estudios de personajes solitarios, pero que en el panorama actual gana relevancia y se convierte en algo único.
Payne crea una narración que es efectiva en su simpleza, una historia que recuerda de forma sutil y sin predicar el hecho de que cada persona es un mundo, cada uno luchando su propia batalla. En otras manos podría haber sido una cursilada navideña, pero el guion dinámico y el humor ácido hacen que su mensaje tópico no se sienta forzado. Es una película profundamente triste y humana sin llegar al sentimentalismo; no hay un solo momento dramático que sea gratuito; cada uno se da de forma orgánica, y cuando una escena consigue sacarte una lágrima se siente merecido.
‘Los que se quedan’ es una de esas películas en las que, a medida que avanza, se apodera de ti la sensación de estar viendo la creación en tiempo real de un clásico inmediato; de esas que sin duda serán revisitadas una y otra vez cada Navidad.