La fiesta del streaming, hasta hace poco a unos precios que si bien no eran bajos, eran medianamente accesibles, se está convirtiendo en un festín que no todos nos podemos permitir. La última noticia sobre la subida de precios en respecto al entretenimiento la ha dado Max, la plataforma de streaming de Warner Bros. Discovery, que ha anunciado un aumento de precios signficativa en sus planes en Estados Unidos. Este movimiento, que muchos califican de «estocada final», despierta una inquietante pregunta: ¿se acabó la era dorada del streaming?
A partir de hoy, el plan estándar sin anuncios de Max pasará de 15.99 dólares a 16.99 dólares al mes, mientras que el plan 4K sin anuncios se eleva de 19.99 dólares a 20.99 dólares. Los usuarios existentes verán el impacto en su próxima facturación a partir del 4 de julio. El aumento también afecta a los planes anuales, con incrementos similares para ambas opciones.
Max no es el único
Max no está solo en esta cruzada por la rentabilidad. NBC Universal también ha anunciado un aumento de 2 dólares en el precio de Peacock para julio, y Disney está implementando un sistema de pago para compartir contraseñas a partir de este mes. La industria del streaming, en su afán por competir con Netflix y atraer a nuevos inversores, se ha metido de cabeza en una carrera hacia la cima que parece tener un precio. ¿Pero a qué precio? ¿A qué precio estamos dispuestos a renunciar al entretenimiento que tanto disfrutamos? ¿Estaremos pronto obligados a elegir entre pagar por streaming o comer?
El anuncio de Max, con sus ecos de «te lo dije» resonando en el mundo del streaming, abre una brecha en el tejido de la cultura digital. Las plataformas de streaming, que se prometían como la revolución del entretenimiento, se están convirtiendo en un lujo al alcance de pocos. Y ya no solo plataformas de streaming de video, ayer anunciamos que Spotify también se ha subido al carro subiendo los precios en Estados Unidos.
¿Y España? La sombra de la duda se extiende
España, que ha sido testigo del auge del streaming, no se escapa a la sombra de la duda. Aunque Max aún no ha anunciado cambios en nuestro país, no podemos evitar hacernos la pregunta por mucho que intentemos evitarlo. ¿Estamos preparados para ver cómo el streaming se convierte en un privilegio exclusivo?
El panorama se oscurece. El futuro del streaming, una vez tan prometedor, ahora está envuelto en una gran niebla de incertidumbre aunque no sabemos que pasará. El gusto y la fidelidad a las plataformas de streaming se enfrenta a la cruda realidad de la economía. La búsqueda de alternativas se intensifica, y la tentación de volver a la televisión tradicional, con sus planes fijos y sus canales ilimitados, aunque lejana, se vuelve cada vez más atractiva.
La era del streaming barato, de las pruebas sin compromiso y de las ofertas ilimitadas parece estar llegando a su fin, con la inflación como uno de los principales motivos. Las plataformas de streaming en general, están buscando un equilibrio entre ofrecer contenido de calidad y generar ingresos.
Es probable que el panorama del streaming continúe evolucionando, con fusiones, adquisiciones y nuevas plataformas que buscan su espacio en un mercado cada vez más competitivo. La decisión de Max de subir sus precios es una señal clara de que el juego ha cambiado, y que el futuro del streaming podría estar definido por la capacidad de las plataformas para adaptarse a las nuevas necesidades y expectativas de los usuarios. Pero, ¿nosotros como público y usuarios activos de las plataformas, estamos dispuestos a seguir aguantando estos aumentos?