Como todos los jueves desde el pasado 30 de mayo, Movistar Plus+ ve el estreno de un nuevo capítulo de su última apuesta. ‘Segunda muerte’ es un thriller policíaco de ambientación cántabra que sigue la historia de Sandra, una auxiliar de policía con memoria eidética que, después de años asegurando buscar una vida tranquila y sin complicaciones, se ve inmersa en la resolución de un crimen cuyo misterio le llama a la aventura. Tello, su padre y ex-agente de la UCO, sufre los inicios de una demencia senil que no mejora la relación existente entre ambos (él, siempre frío y autoritario; ella, eternamente anclada en el pasado).
¡OJO Spoilers!
Los dos primeros capítulos de la serie parecían encaminarnos a una ficción compleja, gravemente dramática y con tintes de terror psicológico. Sin embargo, el tono de la serie ha cambiado con las entregas de las dos últimas semanas; algo que quizá podamos atribuir al cambio de director (los primeros episodios corrieron a cargo de Óscar Pedraza, mientras que estos dos últimos han sido dirigidos por Álex Rodrigo) o de guionista (a Agustín Martínez, creador de la serie, se le ha sumado la pluma de Isa Sánchez).
Resumen del tercer («La muda») y cuarto («La guadaña») capítulo
Arrancamos con la salida de Castro, novio de Sandra desde hace más de siete años, de la cárcel. La joven parece haberse olvidado de todo aquello que le cautivaba sobre el caso de la muerte de Juliana y Soledad a lo largo de los capítulos anteriores; vemos a una protagonista centrada y casi consumida por su vida personal, más preocupada por la opinión que su hijo Dani tenga sobre Castro que por la investigación. Así, el personaje de ella se transforma en un carácter poco consistente que no encaja con la mujer determinada que conocimos en los dos primeros capítulos, intrépida sin quererlo y deseando resolver el crimen.
Castro oculta información tanto de la policía como de Sandra, pero ello no parece tener consecuencias mayores en ninguna de las dos situaciones. El joven se lleva a su novia y a su hijo a visitar a sus padres, dos ganaderos pasiegos que viven al modo tradicional de la región. Durante el tiempo que pasan allí hay roces entre la familia, pero su estancia en la cabaña rural no es más que una excusa para que el joven se pueda encargar de Isidro, quién fue novio de Soledad y es el primer sospechoso en la investigación policial.
Castro lo esconde en la segunda residencia de sus padres, devolviéndole el favor (si es que lo podemos llamar así) que le hiciera el primero durante su estancia en la cárcel. Mediante una serie de casualidades, Isidro abandona la cabaña para abducir al joven Dani, y ello termina desembocando en su asesinato por parte de una Sandra que pierde los papeles. La joven llama entonces a su padre, ex-agente de la UCO, quién les ayuda a deshacerse del cuerpo en un ejercicio de absoluto amor hacia su hija (y de reniego de sus valores fundamentales).
A la joven le persigue la culpa y desea entregarse, aunque tanto Castro como Tello se lo impiden. Las mentiras tienen las patas muy cortas, y a lo largo del cuarto capítulo el desarrollo de la investigación no deja de señalar a la pareja. Sandra, en un ataque de pánico y de moralidad, no aguanta el engaño y desea entregarse; Castro, velando por el bien de su familia, decide asumir él las culpas, quitándole así de encima a su novia el peso del crimen y asegurando el bienestar de su hijo.
Crítica: ‘Segunda muerte’ afloja en su segundo acto
Ambos capítulos terminan con un golpe de efecto, dos puntos focales únicos que mueven la trama hacia delante tras una hora de acciones sin mucho sentido ni consecuencia. Esto resulta en dos episodios ciertamente vacíos de ritmo irregular y cuyo cambio en la dirección tiene un claro resonante en la calidad interpretativa de sus actores.
En general, vemos a un elenco impostado y poco orgánico que, además, no termina de ajustarse a las versiones de los personajes que conocimos en las dos primeras entregas; la enfermedad de Tello se agrava a pasos agigantados, y lo que antes era demencia ahora parece principio de Párkinson; Sandra ha abandonado todas sus inquietudes detectivescas junto a su sentido de la moral ante un Castro que no deja de mentirle; Claudia Cobo parece haberse esfumado (de Liérganes y de la memoria de los personajes) sin explicación alguna, y la investigación en el Club Venus no se menciona ni parece haber tenido consecuencias.
Ni «La muda» ni «La guadaña» exploran o avanzan la trama policial, cubriendo así varios días en los que no se hace ningún avance en materia detectivesca. Ello que diluye ciertamente el poco aspecto de thriller que queda en la serie: la Guardia Civil busca sin descanso a Isidro, sin que nosotros sepamos muy bien por qué, y parece estancarse en un callejón sin salida. El tiempo que la pareja pasa con los padres del joven en la cabaña pasiega podría haber sido muy interesante de haberse centrado más en su modo de vida, y menos en unas rencillas familiares que no se explican ni tienen reflejo en la historia.
Aunque esta sea nuestra conclusión, nos vemos en el deber de aclarar que no todo ha sido malo. Joel Bosqued, aunque sufre, igual que el resto del elenco, con la mala dirección, es una gran incorporación a la serie, y su Castro es tan conflictivo como tierno. La fotografía del valle pasiego sigue siendo uno de los grandes aciertos de ‘Segunda muerte’, así como su ambientación cántabra tan dada al thriller policíaco. El asesinato de Isidro es un buen plot twist en la trama, que invierte el sentido de la historia y convierte en perseguida a la perseguidora.
Con todo esto dicho, esperamos ver una resolución de ‘Segunda muerte’ más parecida a los primeros capítulos que a los últimos durante las dos próximas semanas, y poder poner así fin a un doble crimen que promete desvelar los secretos más oscuros del pueblo cántabro además de inculpar a más de un lierganés. Las cuatro primeras entregas de la temporada, ya disponibles en Movistar Plus+.