Ya ha pasado más de un mes desde que estuvimos en Londres en el evento de Sony, donde vimos en acción la nueva Bravia 8 II QD-OLED, una tele que llega para tomar el relevo directo de la Bravia 8 con panel WOLED del año pasado. Importante remarcar esto desde el principio: no estamos ante la tope de gama de Sony para 2025, ese puesto lo ocupa la Bravia 9. Pero aun así, ojo, porque esta Bravia 8 II tiene muchísima tela que cortar.
Sony ha querido ofrecer aquí una opción que mantenga el diseño premium y lo mejor de su procesamiento de imagen, pero sin llegar al precio y complejidad técnica de la Bravia 9. Y es precisamente esa mezcla lo que la convierte en una candidata perfecta para quienes buscan un televisor de gama alta sin tener que dar el salto al flagship absoluto.
Lo interesante es que, aunque no sea lo más top, la Bravia 8 II incorpora muchas de las tecnologías vistas en el A95L y en parte de la nueva Bravia 9. Por eso te decimos desde ya que es una tele que está muy cercana a lo mejor de Sony, pero con un enfoque más práctico y ajustado en precio. Vamos a contarte lo mejor y lo no tan ideal de este modelo.
Lo que nos gustó del Sony Bravia 8 II QD-OLED
Empezamos fuerte: el nuevo panel QD-OLED se nota desde el primer segundo. Mucho más brillante que su predecesora, la Bravia 8, y también con un salto de color bastante espectacular. Sony habla de hasta un 25% más de brillo que el A95L, y en las demos, la cosa parecía más que real. Las escenas con iluminación intensa lucen potentes, nítidas, sin perder control en los reflejos. Una pasada.
Pero no solo es una cuestión de brillo: la gestión del color y los detalles en sombra ha mejorado. El procesador XR de Sony hace un trabajo fantástico con su sistema de inteligencia artificial y analiza la escena en tiempo real, ajustando la imagen para que todo se vea más natural y cinematográfico. En escenas oscuras, el Bravia 8 II mantenía detalle y color sin “lavar” la imagen. Muy fino todo.
Otro punto que nos dejó buen sabor de boca fue el modo Profesional renovado, ahora más fiel que nunca al monitor de referencia de Sony. Y si eres de los que ve pelis con algo de luz ambiente, el modo Cine se adapta automáticamente, ajustando brillo y colores sin que tengas que hacer nada. Práctico y efectivo, como nos gusta.
El audio se mantiene igual que en el A95L, y eso es una buena noticia. Dos actuadores hacen vibrar la pantalla para que el sonido salga desde ella misma, con dos subwoofers para dar cuerpo. No va a sustituir un sistema dedicado, pero sinceramente, es de lo mejorcito que hay en sonido integrado.
Y cómo no, el Sony Pictures Core, esa app exclusiva de Sony que permite ver pelis en streaming con calidad de imagen altísima (hasta 80 Mbps). Si a eso le sumas que te regalan 10 pelis premium y dos años de catálogo, pues oye, es un caramelito.
Lo que no nos gustó tanto
Ahora bien, como modelo intermedio que es, también tiene sus “peros”. Por ejemplo: solo tiene dos puertos HDMI 2.1. En 2025, esto ya empieza a quedarse muy corto si eres de los que tiene consola, barra de sonido, y algún otro chisme conectado. Sony debería haber solucionado esto ya, sobre todo cuando marcas como LG llevan años ofreciendo cuatro puertos.
Después, aunque el sonido integrado sea bueno, no hay forma de añadir un subwoofer inalámbrico directamente al televisor. Una pena, porque Sony tiene modelos que irían de lujo aquí. Pero claro, ellos prefieren que te compres su Bravia Theatre Bar 9 o el sistema Quad completo. Negocio es negocio.
Un tema importante: no hay modelo de 77 pulgadas. La Bravia 8 II solo se vende en 55 y 65. Así que si querías grande, o te vas a por la A95L que sigue en catálogo o te saltas a la competencia, como el Samsung S95F o el LG G5. Un paso atrás, porque ese tamaño está en auge.
Y luego está el tema de las patas. Se pueden subir para dejar espacio a una barra de sonido, sí, pero están colocadas en los extremos, lo que significa que vas a necesitar un mueble muy ancho para colocarla. En el modelo de 65, por ejemplo, hablamos de al menos 145 cm de ancho. Y si no tienes ese espacio, toca gastarse más en un soporte alternativo. Una pequeña faena.
Por último, hablemos del precio en España, que en este caso sí juega a favor: 2.899 euros para el modelo de 55 pulgadas y 3.699 euros para el de 65. Son precios más bajos que los del A95L cuando se lanzó (3.499 y 3.999 euros respectivamente), lo que la coloca como una opción un pelín más competitiva dentro de su gama.
La Sony Bravia 8 II QD-OLED no es el buque insignia de Sony este año, pero se comporta como uno en muchísimas cosas. Tiene un brillo que impresiona, un tratamiento del color y de la imagen de primer nivel, un sistema de sonido integrado por encima de la media y extras como Sony Pictures Core que suman valor.
Ahora bien, no nos engañemos: no es una tele barata. Por su precio, te puedes plantear perfectamente una Samsung S95F o una LG G5, que compiten directamente en prestaciones y, en algunos aspectos, incluso las superan (como los cuatro HDMI 2.1, por ejemplo). Así que no es una compra para cualquiera.
Lo que sí está claro es que Sony ofrece aquí una tele muy cuidada y muy pensada para quienes valoran la imagen natural, el buen tratamiento de las sombras y una experiencia de cine en casa más «pura» y sin tanto artificio. En ese terreno, la Bravia 8 II destaca, y mucho.
¿Merece la pena? Si lo que buscas es una experiencia visual lo más cercana posible a la referencia profesional, pero sin llegar al extremo de la Bravia 9 o sin subir a los 77 pulgadas, sí, lo vale. Pero eso sí: prepara el bolsillo, porque esto sigue siendo alta gama, con todo lo que eso implica.