Cuando llegó a Netflix en 2019, ‘The Umbrella Academy’ fue uno de los estrenos del año. Esta esperadísima adaptación de cómics de superhéroes sobre una familia disfuncional, con Elliot Page y Tom Hopper como únicos cabezas de cartel, entró por la puerta grande y deleitó a la audiencia, consiguiendo muy pronto cosechar toda una horda de aficionados. La autoría del material original, obra de Gerard Way (vocalista de la banda My Chemical Romance), predispuso al público a engancharse pronto a esta serie de tono explosivo y mezcla ecléctica de géneros que tanto prometía.
Entonces, ¿qué ha pasado?
El mismo final se impone una y otra vez
Todas las temporadas de la serie empiezan con una dirección muy clara. Forma parte del ADN de ‘The Umbrella Academy’ que, en cada temporada, la familia Hargreeves desencadenará apocalipsis sobre ellos, lo que les pone en marcha para luchar contra sus propias acciones, que parecen ser las responsables de la llegada del Armagedón, sin importar la línea del tiempo en la que se encuentren. Así, ante una destrucción imposible de detener (ya que, según lo explicado en la última temporada, el apocalipsis viaja con ellos de realidad en realidad), los hermanos se ven obligados a escapar a un nuevo universo paralelo que, inevitablemente, acabarán haciendo explotar al cabo de 10 capítulos.
Esto no sólo se ha vuelto algo repetitivo y predecible con la sucesión de las temporadas, si no que condiciona al guion desde el principio. La trama siempre parece ser la misma, y el guion debe desenvolverse ya sabiendo, tanto escritores como espectadores, el final al que están condicionados los protagonistas (aunque la narrativa pida a gritos otro desenlace). La línea de acción no puede desarrollarse con total libertad, por estar obligada a terminar en una implosión mundial que no da lugar al cambio ni al crecimiento en los personajes.
Con unas líneas generales idénticas en cada una de las cuatro entregas, ‘The Umbrella Academy’ es reiterativa de una manera que no parece serlo para sus protagonistas, a quienes esta noticia siempre parece pillar por sorpresa. En cada temporada se ven obligados a asentarse en una nueva línea del tiempo, y en cada temporada les vemos luchar contra un poder mayor imposible de derrotar que les obliga a migrar de universo en universo. Esto impide todo desarrollo y evolución en una especie de ‘día de la marmota’ eterno, en el que cada capítulo 1 resetea trama y personajes.
A los personajes les falta construcción (culpa de la T1) y evolución (T2, T3)
Uno de los fallos con los que más sufre ‘The Umbrella Academy’ es, por tanto, con la propia construcción de los protagonistas. La narrativa ha tardado tres temporadas en conseguir que empaticemos y nos solidaricemos con los Hargreeves, definidos tan sólo por una infancia traumática.
Luther, Allison, Diego y Viktor son cuatro de los seis personajes principales de la serie, y hasta la cuarta entrega no había quién los aguantara: Alison ha logrado redimirse a través de su tierna relación con Klaus; Luther encuentra su razón de ser en la comedia, convirtiéndose en un divertidísimo himbo stripper, y Diego eclosiona como héroe frustrado que se cree más guay de lo que es cuando se convierte en padre. Todo ello ha llegado demasiado tarde, y con cuatro capítulos menos de lo habitual, lo que nos ha dejado peor sabor de boca si cabe. Viktor no logra levantar cabeza desde la primera temporada, establecido muy cómodamente en el puesto del personaje más insulso de la serie.
‘The Umbrella Academy’ (T4) desaprovecha a sus mejores peones
Cinco y Klaus son los dos protagonistas con mayor desarrollo y una trama más interesante: en la cuarta entrega, sin embargo, ambos quedan inutilizados, y ello hace lastrar los episodios en los que estamos acostumbrados a buscarles como génesis de la acción y la comedia. Klaus pasa la mitad de la temporada atrapado entre una red de tráfico y un ataúd, a merced de un camello más parecido a un inquisidor medieval, y Cinco se pierde en el multiverso durante unos surrealistas siete años (que nadie entiende cómo pueden haber pasado sin que los demás se den cuenta).
Los personajes, además, han perdido aquello que les hacía interesantes: Klaus ya no ve a sus característicos fantasmas, lo que le deja prácticamente sin poderes y tirando hacia lo aburrido; y, debido a los seis años que han pasado desde el estreno de la serie, Aidan Gallagher (el actor de Cinco) ha pegado el estirón y ha dejado de ser el gracioso niño que fuera en la primera temporada (perdiendo toda razón de ser). Así, los dos mejores personajes dejan de serlo, dejándonos huérfanos y en manos del insoportable Ben (cuya muerte echamos de menos).
‘The Umbrella Academy’ está condenada por un guion que sólo sabe repetir una misma trama, por unos personajes que caen mal y por una producción que desaprovecha sus mejores cartas. Es una pena, porque la propuesta era prometedora y los protagonistas están llenos de potencial (algo que hemos podido disfrutar en estos últimos seis capítulos); Netflix se ha visto obligada a cancelar una serie que iba cuesta-abajo y sin frenos en el momento exacto en el que estaba empezando a encontrarse. La conclusión de la serie es tan injusta como antipática.
¿Mi consejo?: si alguna vez te gustó ‘The Umbrella Academy’, no te pongas el último capítulo.