Los premios, reconocimientos, estatuillas y medallas no lo son todo; y, si no, que se lo pregunten a figuras de la talla de Roger Federer, Stanley Kubrick o a Bob Marley. Ellos nunca ganaron el oro olímpico, el Óscar o el Grammy; y sin embargo, son maestros de sus respectivas industrias y personajes de cuya autoridad en el tenis, el cine y la música nadie duda. Muchas veces, la prensa y los aficionados están mucho más involucrados en las victorias en ceremonias y galas que los propios participantes, que, de tener la cabeza justamente amueblada, saben perfectamente que la satisfacción personal nace del trabajo bien hecho, y no de dorados reconocimientos que acumulan polvo en casa.
Por supuesto, a nadie amarga un dulce. Los premios (que, muchas veces, llevan un generoso acompañamiento en metálico) nos ayudan a marcar en los anales de la historia las mejores películas, series, discos, piezas y deportistas del año. Así, aunque todos sepamos que el hábito no hace al monje (y que una mala película o serie no empieza a ser buena por recibir un Óscar o un Emmy), todo profesional de alto standing en cualquier industria sueña con, algún día, encabezar el palmarés.
Y, ya mencionados los personajes que, sorprendentemente, nunca se han llevado a casa ninguno de estos reconocimientos, nombraremos también a los que ya no saben qué hacer con ellos: ‘EGOT’ es el término acuñado en internet para designar a todos aquellos que, a lo largo de su carrera en el mundo del espectáculo, han ganado un Emmy, un Grammy, un Óscar y un Tony (que, para los menos puestos en el tema, son los premios más importantes a los que se puede aspirar en las disciplinas televisiva, musical, cinematográfica y teatral, respectivamente). En España, el equivalente sería el F40GM (el Feroz, el 40 Music Awards, el Goya y el Max), aunque lamentablemente todavía nadie ha logrado cosecharlo.
En la industria norteamericana sí que encontramos varios EGOTs: Viola Davis, Elton John, Whoopi Goldberg y Audrey Hepburn, entre otros (en total, el grupo lo integran hasta 19 profesionales en categorías competitivas). Una combinación de premios mucho menos habitual es el Óscar y el Nobel; sólo dos profesionales lo han conseguido en toda la historia. George Bernard Shaw, dramaturgo irlandés, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1925, a los 74 años de edad. 14 años después, en 1938, se estrenaba la adaptación cinematográfica de ‘Pigmalión’, una comedia romántica que se llevó a casa el Óscar al Mejor Guión Adaptado (para los más curiosos, la cinta está disponible para streamear en Prime Video y Filmin).
Bob Dylan es el otro único hombre congraciado con esta curiosa combinación de premios. Dylan ganó el Óscar a la Mejor Canción en 2001 con «Things Have Changed», parte de la banda sonora original de la cinta ‘Jóvenes prodigiosos’. En 2016 recibía el Premio Nobel de Literatura, uno de los más controvertidos de los últimos años por no tratarse de un escritor ‘convencional’. Las letras de canciones como «Blowin’ in the Wind», «Knocking on Heaven’s Door» y «The Times They Are A-Changin'» son algunas de las que le han logrado este honor.
Si hay una combinación más difícil de lograr que el EGOT, y más inusual que el Nobel y el Óscar, esa es la que conforman el oro olímpico y el Óscar. Solamente una persona en la historia de ambos premios ha logrado llevarse ambos a casa; el histórico ganador es, ni más ni menos, que Kobe Bryant, el eterno escolta de Los Ángeles Lakers. Bryant, junto al equipo nacional estadounidense, se llevó a casa la medalla de oro en las Olimpiadas de Pekín 2008 y Londres 2012 que son, por cierto, las únicas dos ediciones de los Juegos en las que participó.
¿Cuándo se ha dedicado ‘Black Mamba’ al cine y ha ganado un Óscar?
Inspirándose en un poema que él mismo escribió en 2015, cuando sólo le quedaba una temporada en los Lakers antes de retirarse, Bryant se aventuró en el mundo del guion, la producción y la dirección de un breve corto animado titulado ‘Dear Basketball’. En menos de 4 minutos, el propio deportista recita su composición, contándonos así la tierna historia de un niño de 6 años que soñaba con ser una estrella del básket practicando, en casa, tiros a una papelera con los calcetines enrollados de su padre. Este corto es una carta de amor al deporte que tanto le dio, cuya excelencia técnica y emoción intrínseca le ganó el Premio Óscar al Mejor Cortometraje de Animación.
El cortometraje está disponible en YouTube, aunque con bastante mala calidad. Es un relato de unos cuatro minutos, sin créditos, y el guion es la carta de despedida que Bryant escribió para anunciar su temporada final en el equipo. Os la dejamos por aquí traducida; es bastante enternecedora y merece la pena echarle un vistazo al material original que le dio un premio de la academia a esta estrella del deporte.
«Querido baloncesto, Desde el momento en el que empecé a ponerme los calcetines de jugar de mi padre, disparando mi imaginación con tiros ganadores en el Great Western Forum, supe que una cosa era verdad: estaba enamorado de ti. Un amor muy profundo al que le entregué todo, desde mi mente y mi cuerpo hasta mi alma y mi espíritu. Siendo un niño de seis años, profundamente enamorado de ti, nunca vi el final del túnel, solo me veía a mí mismo corriendo para salir de uno. Y corrí, corrí hacia arriba y abajo de cada cancha, después de cada balón perdido, por ti. Exigiste mi empuje y yo te di mi corazón; y a todo eso le acompañaron muchas otras cosas. Sudé y padecí, no porque el desafío me llamase, sino porque TÚ me llamaste. Hice todo por TI, porque eso es lo que tú haces cuando alguien te hace sentir tan vivo como tú me has hecho sentir. Concediste a un pequeño niño de seis años su sueño en los Lakers, y siempre te amaré por ello. Pero no puedo amarte de manera tan obsesiva por mucho más tiempo. Esta temporada es lo último que tengo que dar. Mi corazón puede atajar los golpes, mi mente puede lidiar con la dura rutina, pero mi cuerpo sabe que es tiempo de decir adiós. Y eso está bien. Estoy listo para dejarte ir. Quiero que lo sepas para que ambos podamos saborear cada momento que dejamos juntos. Los buenos y los malos. Nos hemos dado todo lo que tenemos mutuamente. Y los dos sabemos que no importa lo que haga después, siempre seré ese niño con los calcetines y cubos de basura en la esquina. “05 segundos en el reloj, balón en mis manos 5… 4… 3… 2… 1” Siempre te amaré, Kobe». Traducción de ABC Baloncesto.